Un invento británico de la Primera Guerra Mundial ocupa un lugar destacado en la lista de las armas más devastadoras de la historia de la humanidad: el proyector de llamas Livens Large Gallery.
Medía 56 pies de largo y pesaba dos toneladas y media. La marca registrada de esta arma que la hizo tan aterradora es una boquilla que disparaba combustible encendido a un alcance máximo de 100 a 130 pies.
Aquí está el objetivo en el peor de los casos, un oleoducto.
Supongamos, para este escenario, que algún grupo ecoterrorista logró hacerse con el lanzallamas Livens y apuntó a los oleoductos. Parece una estrategia efectiva sobre el papel, pero ¿la cubierta exterior de la tubería demostrará ser a prueba de fuego? Si no, ¿el aceite arderá y explotará desde adentro?
Lo dudo mucho. El oleoducto es un material bastante resistente y tiene pocas fugas, ya que el material es valioso. Es posible que consigas prender fuego a la pintura de la tubería, pero no la sobrecalentarás lo suficiente como para estallar en unos segundos de llama: se enfriará con el aceite que fluye a través de ella. No hay aire dentro de la tubería, por lo que el aceite no puede incendiarse allí.
Una pequeña cantidad de explosivo industrial sería un arma mucho más eficaz contra un oleoducto. Eso le permitirá romperlo y derramar el aceite, que luego es fácil de encender. También es mucho más fácil de transportar y usar que un lanzallamas monstruoso.
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